Un Solo Yo

La biblia nos enseña que Dios es el mismo de ayer de hoy y de siempre (Hebreos 13:8), el mismo Dios que abrió el mar rojo, que guardo a Daniel de foso de los leones, que multiplicó los panes y los peces, que hizo caminar a Pedro sobre las aguas, que resucitó muertos, devolvió la vista a ciegos y oído a los sordos, el mismo Dios que hoy está con nosotros esperando obrar en nuestras vidas y con nuestras vidas.

La biblia también nos enseña que ese mismo Dios no cambia, pues en Él no hay sombra de variación y que tampoco muda (Santiago 1:17) sino que se mantiene firme en todas sus obras.

Viendo esto que Dios es el mismo de siempre y que no cambia, la biblia nos invita a ser como Él en sus acciones, por ejemplo, en Mateo 5:48 nos pide ser perfectos como Dios también lo es; en 1 Pedro 1:16 nos pide ser santos como Él es Santo; también vemos en Deuteronomio 6:4 que dice El Señor tu Dios uno es, tomando esta base podemos decir que también nos pide ser uno, es decir los mismos y que no haya cambio en nosotros, que nuestro sí sea sí y nuestro no sea no (Mateo 5:37) que seamos decididos en nuestro actuar, que no erremos en el blanco, sino que seamos certeros y diligentes.

La biblia habla de un hombre de doble animo (Santiago 1:8) el cual es inestable en todos sus caminos, es decir que está de camino en camino, de proyecto en proyecto, de trabajo en trabajo, de carrera universitaria en carrera universitaria, de pareja en pareja, y todo lo deja tirado y no termina lo que empieza, cuando nuestro Padre Celestial nos da el ejemplo que todo lo que el empieza lo termina (Filipenses 1:6).

Siempre hablando de un solo yo, que no haya cambio en nosotros y que seamos como ese hombre de doble animo, que también se comporta de una forma en la iglesia y de otra en el trabajo o en la casa o en la universidad, la biblia nos habla de esto y dice en Santiago 3:11-12 ¿puede acaso una fuente sacar agua dulce y agua amarga? O ¿puede acaso la higuera producir aceitunas o la vid higos? Y la respuesta es NO. Por eso es importante pedirle a Dios que nos haga tener un solo corazón y un solo camino como lo dice la biblia en Jeremías 32:39.

Cuando el Señor nos de ese solo corazón, sin doble animo, sin falta de peso, como consecuencia de perdirlo al Señor, entonces podremos decir que somos un solo yo.

Un Solo Yo